Emigrar supone un nivel de estrés de elevada intensidad que podría superar la capacidad adaptativa de las personas.
Es un fenómeno complejo ya que integra muchos aspectos a nivel social, ambiental, personal y psicológico para quiénes atraviesan por esta experiencia.
La causa del desplazamiento puede ser vista desde múltiples ángulos y con matices distintos, desde la búsqueda de metas, sueños e ilusiones en su vertiente positiva. Sin embargo, desde la versión negativa, se puede ver empañado por un desarraigo forzado, por condiciones económicas, políticas y sociales que lo llevan a abandonar su lugar de origen.
El inmigrante se debe enfrentar a múltiples cambios y pérdidas.
Todas ellas vividas de forma simultánea, por ejemplo: la separación de sus seres queridos, pérdida del apoyo familiar, relaciones a distancia, soledad, pérdida de sus métodos culturales de supervivencia, cambio de su calidad de vida, costumbres, hábitos; entre otros.
Esto muchas veces puede concluir en el síndrome de estrés crónico, conocido como el síndrome de Ulises.
Consiste en la manifestación sintomática: cuadro psíquico complejo, preocupaciones, ansiedad, insomnio, desorientación, tristeza, culpa y presión.
El plan de atención consiste en 10 sesiones, con frecuencia semanal, con el objetivo de asistir a tiempo la sintomatología, reducir la misma y facilitar el proceso de adaptación.
Favorecemos la orientación, contención y acompañamiento del inmigrante en el nuevo país. Logrando de esta manera, favorecer la calidad de vida de los inmigrantes que puedan prevenir futuras patologías graves y/o crónicas tanto de los adultos como de sushijos.